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Buenos
Aires – 2 de mayo de 1998
Catástrofe palestina (ver)
Por Suhail Hani Daher Akel *
Con un Occidente sensibilizado, la tergiversación del drama del pueblo palestino fue y será moneda corriente. Discriminado desde la caída de Jericó por las fuerzas hebreas (1022 a.C.); pasando por la ocupación romana (64 a.C.); la quema del templo del Rey Salomón (70 d.C.); hasta su partición territorial (1947-48) y la ocupación total de su país (1967), poco se hizo para calmar estas injusticias.
Para remediar las conciencias culpables, producto del nefasto Holocausto israelí, se comete un nuevo y no tan publicado holocausto. Se erige un país sobre otro, se recambia su población por una nueva y se expulsa de sus hogares y de su patria al 60% del pueblo, convirtiendo a miles de palestinos en refugiados, desagradable título que poseo personalmente y que hoy cumple 50 años. Aunque la ONU decide partir Palestina en dos estados, sólo uno se creó, desarrolló y ocupó al otro.
Luego de 50 años, con una región sacudida por enfrentamientos, injusticias y violencias, afortunadamente palestinos e israelíes comienzan a considerar su existencia tan irreversible como la de su propio estado soberano. Así, las manos de nuestro presidente Yasser Arafat se entrelazan con las del primer ministro Yitzhak Rabin y lanzan el necesario cambio. Asesinado Rabin por un israelí, la esperanza se concentra en el señor Netanyahu. Pero lejos de Rabin y Peres, él tuvo la osadía de congelar el proceso de paz y alentar con su inflexibilidad las rencillas fanáticas de ambos lados. Son momentos difíciles para Palestina e Israel. Todos debemos colaborar, construir e impulsar nuevamente el diálogo, para que las nuevas generaciones convivan en paz, con tolerancia y dignidad, y no se vean obligadas, dentro de 50 años, a recordar nuevos holocaustos por nuestras conciencias dormidas y culpables.
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Representante de la Autoridad Palestina en Argentina