Diagnóstico de Palestina
Por Suhail Hani
Daher Akel
Embajador de Palestina en Argentina
En los albores
Con sus llanuras ondulantes, sus montañas, su desierto y un mar Mediterráneo golpeando sus playas, fue el ámbito propicio para un clima que prácticamente se concentro en dos estaciones, con un frío templado, nieve por zonas, pocas lluvias y mucho calor, concediendo el valioso clímax para ser una tierra históricamente fértil en minerales y cítricos. Palestina, desde sus albores es una tierra noble, de profetas y grandes sabios. Ella, recibió al Padre de los profetas Abraham; en ella nació, murió y resucito el palestino Jesús, El Salvador y desde ella se elevo a los cielos el profeta Mohammed, convirtiéndose la noble tierra en el pesebre de las tres religiones monoteístas: la judía, la cristiana y la musulmana.
Conocida bíblicamente como Canaán-Palestina. Aunque su historia es pre bíblica, regada por ciudades como Jerusalem con una vida de 5.500 años, Jericó con 10 mil años de antigüedad, o Belén de 4.000 mil años de historia. Entre otras ciudades bíblicas que aún se yerguen en Palestina, figuran: Nazareth, Nablus, Hebrón, Galilea, Gaza y Affoula. Es propicio recordar entre otros descubrimientos, los del arqueólogo Parker en 1909, en su hallazgo de tumbas que datan de 4000 aC., identificando la cultura, el uso de la agricultura, la construcción y del bronce fundido por los cananeos.
Con sus 27.009 kilómetros cuadrados y su privilegiada ubicación, Canaán- Palestina, adquirió su definitivo nombre gracias a la fusión semita de los cananeos-filesteos, imprimiendo en 1175 aC su definitivo nombre Filestin-Palestina, filistinie-palestinos. Pero su tierra gracias a su estratégica ubicación sobre el Mediterráneo uniendo a tres continentes Asia, Africa y Europa se convirtió en altar de las invasiones de colonialistas e imperialistas de turno.
La erudición colonialista se manifestó con invasiones como la de los hebreos en 1020 años aC; los persas en el 538; los macedonios en el 332; los griegos en el 169; hebreos macabeos en el 160 y los romanos en el 37 aC. Nuevamente los persas en el 614 dC.; los cruzados en el 1.099.;los otomanos en 1517 hasta 1914; los británicos en 1917; los sionistas desde el principio del siglo XX; la creación del Estado de Israel en 1948 y la ocupación israelí del resto de Palestina a partir de 1967.
Sin embargo, la presencia palestina se mantuvo firme frente a la agresión de los invasores y supero las determinaciones del rey hebreo Herodes cuando envío a matar al recién nacido palestino Jesús, matando a centenares de niños palestinos, o la del hebreo Sansón, que llego a Gaza y por medio de su atentado suicida destruyo la casa de los filisteos (palestinos), matando con su muerte a centenares de ellos, según reza La Biblia.
Fue erigida 3.500 años aC. por los jebuseos, una tribu cananea-árabe-semita de la genealogía palestina, llamándola Salem en honor al dios de la paz e imprimió en 1805 aC su carácter de ciudad administrativa, capital de Canaán-Palestina, cuando Maleq Sadec (Melquisedec), Sumo Sacerdote del Dios Altísimo y rey de Jerusalem, recibió al iraquí Abraham que llegó a la tierra prometida por orden de Dios para ser Padre de las Naciones. El monoteísta rey palestino repartió el pan y el vino, y Abraham, con gesto de humildad y sumisión le entregó sus diezmos.
Como parte de los invasores hebreos llegados en 1020 aC, al filo de la espada, impusieron sobre una parte de Palestina el Reino de Israel y el Reino de Juda. El Rey David, que salvo su vida con los filisteos de Belén, y solo luego que estos mataron a su acosador rey Saúl, quien ocupaba a Jerusalem, su irónica retribución fue mantener la ocupación, y en el 1004 aC. puesto en rey, le cambio su nombre por el de Ciudad de David. Sucedido por el hebreo rey Salomón, edifico el Templo con su nombre. Un Templo al que Jesús profetizo: “En verdad os digo que no quedara piedra sobre piedra que no sea destruida...”.
Luego del rey palestino Melquisedec, hasta la fecha, ningún gobernante palestino pudo libremente gobernar a Jerusalem y ésta, siempre fue ultrajada por reyes y emperadores; generales y dictadores extranjeros. Mientras su pueblo palestino resistió la ira de la violencia y la prepotencia de los ocupantes, el sufrimiento fue puesto en evidencia por el propio Jesús, quien expreso: “Jerusalem, Jerusalem, que matas a los profetas y a los enviados de Dios”, La Biblia.
No solo no se pudo gobernar a Jerusalem, sino Palestina con su antecedente citado de casi 10 mil años, los palestinos, pudieron gobernar a su país solo durante 2.800 años en periodos separados y nunca en plena libertad. Vale tomar en cuenta que el definitivo perfil Sagrado y su carácter árabe definitivamente se imprimió con la llegada del Islam a partir de 638 dC., acuñando el califa Umar Iben el Khattab, la tolerancia entre las tres religiones monoteístas, el respeto y la dignidad entre sus habitantes, posibilitando a Jerusalem ser el ámbito de la intelectualidad palestina.
Por los tiempos actuales, nuevamente Jerusalem fue sometida a la prepotencia. Ocupada por los israelíes en 1967, fue convertida ilegalmente el 30 de julio de 1980 en ciudad indivisible capital de Israel. El rechazo internacional no se hizo esperar y fue unánime. La ONU en su resolución 478 del 20 de agosto de 1980, exigió a Israel su retiro militar de Jerusalem Este, no convertirla en ciudad indivisible capital y no modificar su status jurídico, y solicito a los países miembros mantener sus embajadas en Tel Aviv, capital reconocida a Israel. Estados Unidos, Europa, Argentina y América Latina mantiene actualmente sus embajadas en Tel Aviv y pesar de la determinación internacional y el pedido de la Santa Sede, aún Jerusalem-Al Quds (La Santa) permanece capturada ilegalmente por Israel.
Con ésta fugaz inserción en la historia, el interés, es resaltar el derecho legítimo y natural que le asistió al pueblo palestino en su tierra, a su herencia y a sus raíces. Un derecho que además le asiste por resistir hasta la actualidad a todas las invasiones y masacres impuestas sobre la vida de su pueblo.
Cuando el siglo 19 se agotaba, la pequeña minoría palestina-judía que vivía en Palestina, formaban parte del Yishuv (comunidad) religiosa, en convivencia, sin obstáculos ni persecuciones. Equidistantes de esta realidad, los europeos judíos-sionistas reunidos en el primer Congreso Sionista en Basilea, Suiza, del 29 al 31 de agosto de 1897, tejieron la trama de los principios de conciencia expansionista de Theodoro Herzl de un Estado judío sobre Palestina, que signifique: colonizar Palestina; federar y judaizar a los judíos; reafirmar el sentimiento “nacional y gestionar la suficiente presión sobre los gobiernos para alcanzar el objetivo sionista.
Como consecuencia de las acusaciones que pesaban sobre el capitán francés-judío Alfred Dreyfus, el periodista judío agnóstico Tehedoro Herzel de nacionalidad húngaro se encontró impresionado por la persecución de los judíos en Francia en 1894, motivándolo a convertirse en conspicuo sionista y generador del primer Congreso Sionista. Con notable interpretación del sufrimiento y la persecución, Herzel, no escatimo palabras: “trataremos de hacer desaparecer a la población árabe (de Palestina)...obteniéndoles trabajo en países de tránsito...”. Los deseos ya habían sido anunciados en 1891 por el sionista Ahad Ha´am, quien anticipaba que los árabes estaban al tanto de las intenciones sionistas.
Con una Palestina convulsionada a principios del siglo XX, viciada por la ocupación otomano-turca, el punto final de ésta, y el comienzo de la ocupación británica, posibilito que el cielo palestino se cubriera con el terrorismo sionista en manos de los europeos judíos, ajenos al país, adversos a la declamación británica de un Hogar Nacional Judío en Palestina, comprometidos con el terror colonialista y hasta proclives de un futuro Estado judío con excelentes relaciones con la Alemania hitleriana, según las declamaciones de Yitzhak Shamir, jefe de la agrupación terrorista sionista Leji. Sin embargo, amparados en el promocionado sufrimiento judío en Europa, aplicaron del mismo modo, un encubierto, sufrimiento sobre el pueblo palestino.
Con conciencias mutiladas y una profunda crisis europea irresuelta, dio lugar a las fuerzas internacionales interesadas alcanzar la presión suficiente sobre la recientemente creada Organización de las Naciones Unidas e insertar en el seno de la misma “el problema palestino”. Sin la presencia palestina, la ONU decidió con el voto de 33 países sobre 59 y el voto en contra de Inglaterra, aprobar el 29 de noviembre de 1947, la resolución 181 que llamó a la “partición de Palestina”. Con enigmática actitud y sin tener en cuenta al pueblo palestino que habitaba la tierra, la ONU determinó la creación de un Estado judío con el 55 por ciento. El 45 restante, seria para la continuidad de una Palestina convertida en Estado. Mientras que Jerusalem, la histórica capital palestina, seria una ciudad internacionalizada dentro del Estado Palestino, sin que sus límites se tocaran con el futuro Estado judío.
Sedientos por desestabilizar a Palestina, nada conformaba al expansionismo sionista. El director del Fondo Agrario Judío, Joseph Weitz, escribió el 19 de diciembre de 1940: “está claro que no hay sitio para ambos pueblos...”. Por su parte, Menahem Beguin jefe de la agrupación terrorista Irgún Zvai Leumi, aseguraba en 1948 que la partición no significaba que privaría a los judíos de la totalidad de los territorios de Palestina, de Jerusalem e incluso de Transjordania. En tanto, el líder del terrorista grupo de la Haganah, David Ben Gurion descargó su filosofía de violencia al declarar el 19 de marzo de 1948: “El Estado judío no dependerá del plan de partición de las Naciones Unidas, sino de nuestra fuerza militar”.
Esta partición que mantuvo a los palestinos como convidados de piedra, en el terreno, significo el recambio de un pueblo por otro llegado de lejos. El 60 por ciento del pueblo palestino fue arrojado al mar como secuela del terrorismo sionista aplicado en las masacres de las aldeas y ciudades como: Deir Yassin (cercana a Jerusalem) el 9 de abril de 1948; Tiberiades el 19 de abril del ´48; las portuarias Haifa y Jaffa, el 22 y 28 de abril del ´48; el sector occidental de Jerusalem el 30 de abril del ´48; Beisan, Safad y Acre el 8, 10 y 14 de mayo del ´48.
Con un total de 418 aldeas y ciudades palestinas destruidas, arrasadas y masacradas, el 15 de mayo de 1948, David Ben Gurion proclamó unilateralmente la creación del Estado de Israel con el 78 por ciento de Palestina, ocupando militarmente el sector occidental de Jerusalem. Palestina se desmoronó, y sobre sus escombros los sionistas izaron su bandera del Nakba (Catástrofe) del pueblo palestino. El resto de Palestina (22 por ciento) quedo eclipsado. El sector norte quedo reducida bajo administración transjordana, llamándola Cisjordania o Ribera Occidental. Mientras que Gaza, fue sometida a la administración egipcia. Finalmente, como corolario de la guerra árabe-israelí el 5 de junio de 1967, Israel ocupó el resto de los territorios de Palestina y el sector este de la Sagrada Jerusalem–Al Quds.
Si bien la ONU preveía dos estados, los sionistas ensombrecieron la posibilidad del Estado Palestino y utilizaron la hipocresía mediática para justificar la mayor ocupación de territorio y difundir su “tragedia de seguridad”, legitimando su poder militar para expandirse como medio de seguridad por los ataques de los “países árabes”. En cuanto a los refugiados palestinos, se desprendieron de la responsabilidad culpando a los árabes de exhortarlos para irse. Sin embargo nunca los países árabes cruzaron la supuesta línea fronteriza de Israel y la propia BBC de Londres que monitoreo las trasmisiones en 1948, reconocieron que no había llamados de radios o voces árabes al abandono de los palestinos de sus tierras e incluso los palestinos llamaban a quedarse. Dejando plasmado, que los refugiados palestinos huyeron del Holocausto impuesto por medio de las masacres y las atrocidades de los grupos terroristas sionistas.
La resolución 194 de la ONU del 11 de diciembre de 1948, exigió al flamante Estado israelí el retorno de los refugiados palestinos a sus hogares y sus tierras. En la práctica y la verbosidad, Israel rechazó esa determinación y aprobó la ley del Retorno de 1952, que convierte automáticamente en ciudadano israelí a cualquier judío del mundo que llegue a Israel, fomentando de ese modo el programa de crecimiento de kibutz y asentamientos ilegales para asfixiar y borrar la geografía palestina.
El múltiplo de las injusticias, que finalizó golpeando con el tiempo a ambos pueblos, marcó como primera responsabilidad la partición de Palestina en dos Estados y la segunda, reconocer en 1949 solo a uno, al Estado de Israel, y reducir el derecho del otro, el Estado de Palestina en una simple “cuestión de refugiados”. Sin embargo, en la búsqueda de alguna explicación, ligando la injusticia sufrida, con los deseos de Congreso Sionista de 1897, de “ocasionar la suficiente presión sobre los gobiernos”, encontramos la respuesta en las palabras del Presidente de Estados Unidos Harry Truman: “Lo lamento, pero tengo que satisfacer a cientos de miles que están ansiosos de ver el éxito sionista. No tengo a ciento de miles árabes entre mis electores”.
Muchos judíos se opusieron a la creación de un Estado judío sobre otro Estado, y formaron parte de la resistencia intelectual. Como es el caso del científico judío Albert Einstein, a quien el presidente de la agencia sionista Jain Weizman, le ofreció la primera presidencia del futuro Estado judío, Einsten la rechazó y le manifestó, que va a ser de los árabes de Palestina, la hipocresía de la respuesta fue escalofriante: “.¿Qué árabes?. No creo que eso tenga importancia”. La respuesta de Waizman, marcó la política a la que tanto le temía Einstein, el deseo sionista y del futuro Estado de Israel de no reconocer a un Estado árabe palestino, negar los derechos nacionales del pueblo palestino, arrojar a los palestinos al mar e intentar judaizar a Palestina y Jerusalem.
El propio Ahad Ha´an, uno de los promotores del primer Congreso Sionista, defraudado con la virulencia sionista en Palestina, manifestó: “Siervos fueron los judíos en las tierras de la diáspora, de repente se encontraron en libertad en Palestina y esta situación despertó en ellos una inclinación al despotismo. Tratan a los árabes con hostilidad y crueldad, los privan de sus derechos, los ofenden sin causa y hasta se vanaglorian de estas acciones...”.
El intelectual judío Martín Bober, en 1948 se opuso a la proclamación de un Estado judío en forma unilateral y expreso: “Solo una revolución interna puede tener el poder necesario para curar nuestro pueblo de la enfermedad asesina y del odio sin causa”... “asentamos poblaciones judías traídas de bien lejos, hemos heredado sus hogares, ahora sembramos y cosechamos sus campos, recogemos los frutos de sus jardines, huertos y viñedos en las ciudades que les hemos robado”.
Por su parte, el profesor judío Erich Fromm, arremetió sobre la teoría de la “tierra prometida”: “...los árabes en Israel tienen mucho más legitimidad que los judíos...La reivindicación de los judíos sobre la tierra de Israel no puede ser una reivindicación legitima. Si todas las naciones se pusieran a revindicar repentinamente territorios en la que sus antepasados vivieron hace dos mil años antes, este mundo se volvería en un malcomió...”
Con un Israel constituido, la resistencia se duplico. El rabino Moshe Hirsch, líder del Movimiento Nuterei Karta, se negó a reconocer a Israel y a emplazar a los judíos como una identidad nacional, igualando al “sionismo con el nazismo”. En una oportunidad, invitado por el premier Rabin, el rabino Hirsch, le respondió que no tiene problemas de visitarlo como a un judío más, pero no lo haría en su condición de Primer Ministro de Israel.
Incluso, la conciencia demolió los sentimientos de los llamados “héroes de guerra” israelíes, el general Moshe Dayan, luego de ocupar a Jerusalem en 1967 y palpar el padecimiento palestino, quebrado reconoció: “llegamos a este país poblado por árabes, y estamos estableciendo un Estado judío...aldeas judías fueron construidas reemplazando aldeas árabes...Somos los colonizadores, y sin un casco de acero y sin el cañón de un fusil no podemos plantar un árbol ni construir una casa...”.
Fue el propio actor norteamericano judío, Woody Allem, indignado de ver las atrocidades del ejercito israelí sobre los niños palestinos en la Intifada de 1987, le comento en enero de 1988 al New York Times: “¿Estoy leyendo bien los diarios? ¿Estamos hablando de brutalidades e incluso torturas permitidas por el Estado? ¿Son éstas las personas cuyo dinero solía robar de esas pequeñas latas de colores azul y blanco para recaudar fondos para un suelo judío?”.
Los palestinos, como un ejemplo de vida, establecieron su resistencia y se mantuvieron firmes frente a la adversidad de las invasiones, conservando su presencia sobre su tierra y la continuidad de su pueblo, desde los fundadores de Jerusalem hasta la actualidad.
A la luz de la década del ´50 del siglo pasado, el “Movimiento de Resistencia Nacional Palestino-FATAH”, liderado por sus fundadores el comandante Yasser Arafat, Farouk Kaddoumi (actual Canciller de Palestina), Abu Jihad (asesinado por Israel en 1988) y Abu Iyad (asesinado por Israel en 1991), diseñaron la valiente Revolución Palestina sobre la base de la dignidad y liberación nacional. Con la fundación de la Organización para la Liberación de Palestina-OLP, el 28 de mayo de 1964 en el Hotel Siete Arcos de Jerusalem y la llegada democrática a la presidencia del comandante Arafat en 1968, la OLP, se convirtió en la estructura del Estado de Palestina en el exilio, reconocida internacionalmente por la ONU en su resolución 3237 de 1974 e invitó al Presidente Yasser Arafat a pronunciar su primer discurso frente la Asamblea General, el que fue ovacionado, ante la ausencia de su banca del representante israelí.
Mientras la Potencia Ocupante, Israel, desprestigiaba y acusaba a la OLP de “terrorista” para minimizar el liderazgo palestino, con argucias, planificó el exterminio del pueblo palestinos y el de sus altos dirigentes con asesinatos selectivos en distintas partes del mundo. Por su lado, el sabio liderazgo de la OLP, atravesando la huerta de espinas, se imponía sobre Israel en el campo intelectual, militar, político y diplomático.
Con la sensatez intelectual y una profunda discusión interna en el seno de la OLP, prevaleciendo la política del Presidente Arafat, en cuanto la libertad palestina no podía ser a expensas de la libertad ajena, a pesar de la privación de la libertad impuesta por Israel, luego de la Cumbre Arabe de Fez en 1974, la OLP lanzo su mensaje paz aceptando sentarse con Israel sobre la base del establecimiento del Estado Palestino con Jerusalem capital sobre los territorios ocupados en 1967. El desprecio de Golda Meir, quien luciendo su investidura de premier de Israel, le expresó al Sunday Times, el 15 de junio de 1969: “¿Qué palestinos? No hay nada que se llame palestinos”, fue la resonancia que inspiró a Israel para rechazar la propuesta palestina.
El revés sufrido por el ejército israelí en sus instalaciones de bombeo de agua de Aílabum el 1º de enero de 1965; la derrota en la batalla del Karameh en Jordania el 21 de marzo de 1976 por las fuerzas palestinas de Fatah; la estoica resistencia de la OLP frente a la invasión israelí en Beirut en 1982 y la humillación de un poderoso ejército israelí acostumbrado a vencer en las guerras árabes-israelíes, fue desactivado frente a las piedras de la Intifada en los territorios de Palestina en diciembre de 1987. Ante esta realidad, Israel, quedo atrapado entre la valiente determinación popular palestina y los sectores israelíes progresistas, que acrecentaban sus contactos con la OLP y con el Presidente Arafat, a pesar de ser concientes que serian castigados con la cárcel a su regreso en Israel.
La Intifada
Promotor de tempestades, Sharon, sembró la muerte en miles de libaneses y refugiados palestinos en su invasión al Líbano en 1982 y lleno con el tufo de la masacre los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila. Sin embargo no pudo descabezar al liderazgo de la OLP, ni asesinar al Presidente Arafat a cargo de la resistencia, y ahondando en su fracaso, la comisión de juristas israelíes encabezados por el juez Ytzhak Kahan, encontró a Sharon junto con el premier israelí Beguin responsables de la masacre, obligándolos a renunciar a sus cargos. Nobleza obliga, el movimiento pacifista israelí Gush Shalon, movilizo en Tel Aviv a 400 mil israelíes repudiando a Beguin y a su ministro de Defensa Sharon por el exterminio de 5 mil refugiados palestinos, convirtiéndose en el principal tópico de la nueva conciencia israelí, comprometida con la realidad de dos pueblos para dos Estados.
En la lectura de la tragedia y el sometimiento de la ocupación estallo el leit motiv de la Intifada el 8 de diciembre de 1987, surgiendo desde los escombros como un Ave Fénix para imponer la piedra de la liberación por sobre los tanques de la ocupación. Es verdad que el precio fue muy alto y la sangre palestina bañó las llanuras. El propio Departamento de Estado de Estados Unidos, reconoce en 1988, “Numerosas muertes y heridas evitables fueron causadas por los soldados israelíes...Los soldados del ejército israelí utilizaron garrotes para quebrar extremidades y golpear a palestinos que no estaban involucrados en disturbios...”. En este sentido, vale recordar que Israel es el único país del mundo que la tortura está legalizada por su Tribunal de Justicia.
Con el peso del dolor y la fortaleza del honor, el pueblo palestino recobro su dignidad y su nombre. En 1948, para la comunidad internacional la cuestión palestina, era solo un caso de “refugiados”. En 1965 cuando la resistencia palestina tomo legítimamente las armas en defensa de su autodeterminación fue llamada injustamente “terrorista”. Gracias a la fuerza de la Intifada, quien desenmascaró definitivamente el rostro israelí de la ocupación, el mundo los volvió a llamar por su nombre: “palestinos”.
Coronada la Intifada, luego de la vigésima sesión del Consejo Nacional Palestino de la OLP (parlamento) llamada “Jerusalem y los Mártires”, el Presidente Yasser Arafat el 15 de noviembre de 1988 en Argelia, declaró la Independencia del Estado de Palestina con Jerusalem Este capital. Sumando una valiente determinación histórica, reconocer al Estado de Israel junto al Estado de Palestina. La irresponsabilidad del liderazgo israelí, nuevamente se puso en evidencia cuando refutó la determinación palestina de alcanzar un entendimiento palestino-israelí para alejar la violencia que los tenia envueltos en un espiral sin fin y rechazó cualquier posibilidad de independencia del Estado de Palestina.
La era de los acuerdos
Pasada la Guerra del Golfo, una guerra que los árabes no supieron evitar, el Presidente George Bush, luego de superar las presiones israelíes que negaron la participación de la OLP y los palestinos de Jerusalem, el 30 de octubre de 1991, convocó en Madrid a la primera Conferencia de Paz, donde palestinos (comprometidos con la OLP), jordanos, libaneses, sirios e israelíes, tuvieron la oportunidad de cruzar sus miradas y sentarse juntos. Sin embargo, fue el tabernáculo del reproche y no la capacidad de la tolerancia para poner fin a tan odioso conflicto. La delegación israelí encabezada por su premier Yzthak Shamir, en estado de letargo, al ser consultado por periodistas españoles sobre la actitud israelí, luego de estas conversaciones, con respecto al “Gran Israel”, que incluye Palestina, Jordania, parte de Siria, Líbano, Egipto, Irak y Arabia Saudita, Shamir respondió: “Esto vive en la mente y el corazón de cada israelí”
Las conversaciones secretas y directas entre palestinos e israelíes proyectados en otro futuro, encontraron en Oslo un ámbito ideal presidida por la hábil notabilidad del (fallecido) canciller noruego Johann Juergen Holst. El reconocimiento reciproco de la OLP e Israel el 9 de septiembre de 1993, y luego de la “Carta de Jerusalem” firmada por el canciller israelí Shimon Peres reconociendo el derecho palestino a Jerusalem Este. El 13 de septiembre de 1993, en un día ventoso y soleado, los jardines de la Casa Blanca se llenaron de esperanzas y la pluma de la garantía embebida con la tinta de la paz fue cedida por Rusia y el Presidente William Clinton al Presidente Yasser Arafat y al Primer Ministro Ytzhak Rabin, rubricando los Acuerdos de Oslo sobre la base de las leyes internacionales jurídicas de la ONU 242 y 338. La “Paz de los Valientes” propuesta por el Presidente Arafat, fue sellada con el fuerte apretón de mano, dando lugar a Arafat, Rabin y Peres, ser los premios Nóbel de la Paz 1994.
Por sobre la reacción negativa del partido Likud y las críticas de Shamir y Sharon, se había alcanzado el clímax apropiado. Palestinos e israelíes dejaron de ser enemigos para ser socios en la paz, se mezclaron las alegrías con las lágrimas, se enlazaron las banderas palestinas e israelíes y los niños palestinos llenaban de flores los cascos de los soldados israelíes. Producto de otros acuerdos, todo debía terminar en mayo de 1999. Se debía poner fin a la ocupación y restablecer el Estado de Palestina con Jerusalem Este capital y de igual a igual con el Estado de Israel firmar el definitivo Acuerdo de Paz.
El 1º de julio de 1994, victorioso el Presidente Arafat dejo su largo exilio para retornar a Palestina, instaurar la Autoridad Nacional Palestina y comenzar a levantar un país libre y democrático que permita entrelazar el modernismo con lo milenario de la Tierra Sagrada. Una Palestina y una Jerusalem abierta patrimonio de la humanidad y receptora de los hombres amantes de la paz. Como parte de estos proyectos se estableció el Poder Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Se erigieron ministerios, hospitales e instituciones. Se construyeron edificios y calles. Se levantaron Universidades y escuelas, y se implantó el primer Programa de estudio palestino, que abarca desde los jardines infantiles hasta los cursos terciarios. Se elaboró el primer documento y pasaporte palestino, recuperando la identidad nacional palestina. Se modernizó la vida y se fortaleció la democracia de Palestina, llamando el 20 de enero de 1996 a las primeras elecciones democráticas, en la que el pueblo palestino incluyendo los de Jerusalem Este, con el 88,1 por ciento de los votos eligieron a Yasser Arafat, Presidente.
Si abrimos una pausa y hablamos de democracia y nos detenemos en la democracia israelí y tomamos como base que Israel se jactó de ser la única democracia de Medio Oriente, vale un capítulo aparte para indicar que Israel, es un país teocrático, sin Constitución y sin fronteras delimitadas presentadas ante las Naciones Unidas. A Pesar que la resolución 242 de la ONU de noviembre de 1967, exige a Israel fijar sus fronteras.
Los nubarrones encapotaron el cielo de la paz. Israel no pudo impedir el asesinato del premier Rabin en 1995 por un terrorista israelí. La paz quedo desdibujada y la esperanza fue robada. Ningún otro líder israelí tuvo la fortaleza de alcanzar la “Paz de los Valientes”, poner fin a la ocupación y dar lugar al Estado Palestino. Por el contrario, cada israelí que llegó al poder ejerció su presión para especular, quedarse con más tierras palestinas y crear nuevos asentamientos israelíes ilegales en los territorios de Palestina, fundamentalmente en cercanías de Jerusalem Este con el interés de asfixiar la geografía palestina y utilizar esos asentamientos y sus colonos ilegales judíos como moneda de cambio al final de los convenios, dejando convertidos los Acuerdos Internacionales en meros acuerdos personales.
Los desencuentros de la política israelí. La obligación de retirarse totalmente de los territorios palestinos ante el eminente final de los acuerdos el 4 de mayo de 1999 y el derecho del liderazgo palestino a proclamar el Estado de Palestina, los sumergió en una profunda crisis que obligó al gobierno israelí llamar elecciones adelantadas. Al tiempo que la comunidad internacional exhortó al Presidente Arafat no proclamar, debido a las amenazas de los israelíes de invadir nuevamente los territorios de Palestina, esperar el nuevo liderazgo israelí y firmar un acuerdo que no supere un año. Ehud Barak triunfo y llegó al poder, se firmó el nuevo acuerdo y una nueva esperanza se dibujo en el horizonte del pueblo palestino e israelí.
En la sinfonía de los acuerdos, el nuevo acuerdo debía finalizar el 13 de septiembre de 2000, habilitando en esa fecha nuevamente al liderazgo palestino a proclamar el Estado de Palestina con Jerusalem Este capital. Sin embargo, en junio de 2000, cuando Clinton convocó a Arafat y a Barak para dar forma al acuerdo final en Camp David. Sorpresivamente, el premier Barak presentó un mapa del futuro Estado Palestino dibujado con la pluma de la ocupación y lo acomodó a los intereses israelíes. Fue inaceptable, Palestina no gozaría de plena soberanía y se convertiría prácticamente en un Apartheid israelí. Nuevamente Israel convirtió en tinta sobre papel las resoluciones de las Naciones Unidas; violó los acuerdos internacionales firmados con Palestina; violó las leyes jurídicas internacionales y los Convenios de Ginebra de 1949.
La verborragia de la ocupación, negó el regreso de los refugiados palestinos de 1948 y 1967, previsto en los acuerdos, rechazo poner fin a la ocupación de Jerusalem Este y solo Barak estaba dispuesto a “ceder” algunos barrios árabes de Jerusalem. En cuanto al término ceder, se merece una reflexión. Israel no tiene nada que “ceder” sino retirarse y poner fin a la ocupación de toda Jerusalem Este y del territorio de Palestina ocupado en 1967 tal como lo exigen las resoluciones de la ONU y los acuerdos firmados.
Con una falaz influencia mediática, Barak intentó mostrar como ofertas y súper ofertas ofrecidas por primera vez a los palestinos y rechazada por exclusiva responsabilidad de Arafat debido al compromiso del líder palestino con la violencia. Sin embargo, la señora Leha Rabin, esposa de quien fuera el socio en la paz, desnudó la conciencia de Barak y desbarató su frágil excusa, expresándole: “Usted no esta a la altura de la Paz de los Valientes. Usted tiene un socio en la paz y es Arafat”.
El malestar llegó también del lado del movimiento israelí Gush Shalon junto con los movimientos israelíes Mujeres de Negro, Icahd y Yesh Gvul, entre otros, que se opusieron a las actitudes de Netanyahu, Barak y Sharon, de destruir el proceso de paz, mantener la ocupación y asesinar a la población civil palestino.
Palestina convertida en Auschwitz
La tempestad de Ariel Sharon revolvió las aguas de los desencuentros y el 28 de septiembre de 2000, intento entrar por la fuerza en la Sagrada Vieja Ciudad de Jerusalem y violar el Predio Sagrado de las Mezquitas. Sharon sabia que es una persona no grata en Jerusalem e iba a desencadenar la Intifada palestina y despertar la ira de los pacifistas israelíes. Sharon acertó con su plan, desato la revuelta y se quedo con el poder.
Sharon, al que le pesaba su fracaso de no poder asesinar a Arafat en Beirut, llegó al poder para pulverizar la paz que Rabin construyo con Arafat en 1993, y gobernó para acusar al Presidente Arafat de la responsabilidad de los atentados dentro de Israel, con el deseo convertir irónicamente al Presidente Arafat en su jefe de seguridad interna. Cuando en realidad, la responsabilidad de la seguridad de la población civil israelí, es de Israel, y como Potencia Ocupante, según el Cuarto Convenio de Ginebra, Israel es el responsable de la protección a la población civil palestina.
Los Organismos No-Gubernamentales de las Naciones Unidas, el Alto Comisionado y la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, venían observando y alertando con preocupación sobre la política israelí de violación de los derechos humanos palestinos. El 3 de septiembre de 2001, reunidos en la ONU convocó a la Cumbre contra el Racismo y la Discriminación, en Durban, Sudáfrica, 3 mil organizaciones No Gubernamentales, mayoritariamente judías, saltaron el boicot norteamericano-israelí y condenaron a Israel como “Racista, de Apartheid y Crímenes contra la Humanidad”.
Favorecido por los atentados sufridos por Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001, en la que el Presidente George Bush (h), desato la “guerra contra el terrorismo y el eje del mal”, Sharon busco levantar el altar de la justificación, cambiar el verdadero sentido del conflicto del ocupante y el ocupado, mostrarse agredido y agredir; sentirse víctima del terrorismo e imponer el terrorismo de estado y el terrorismo de los colonos ilegales israelíes, y demostrar un riesgo en la seguridad de Israel, para poner en riesgo la seguridad del pueblo palestino, de los pueblos de la región y la de su propio pueblo israelí.
Luego de 15 meses de gobierno, Sharon llevo a su pueblo israelí a la inseguridad, la muerte y la guerra. Mientras que del lado palestino, re-ocupo todas las ciudades de Palestina, sacudió a la población civil con bombardeos de los poderosos aviones de guerra F 16; helicópteros Apaches; tanques Abram M1; blindados; gases tóxicos CS, CN, CR y uranio empobrecido, e impuso la limpieza étnica del pueblo palestino, propuesta el 9 de junio de 2001, por el general Shaul Mofaz, jefe de las Fuerzas Armadas Israelíes en su documento dedicado a la solución del conflicto palestino-israelí, como la “solución final”. Algo similar a la solución final de los nazis con los europeos judíos. En este sentido, la agresiva política israelí, fue esbozado intelectualmente por el Nobel de Literatura portugués José Saramago, quien equiparó el “sufrimiento judío en manos de los nazis, con el sufrimiento palestino en manos de los israelíes”.
Víctima de la debilidad de su propio fracaso, Sharon, descargo un poderoso cerco militar sobre el Presidente Arafat en su presidencia a partir del 1 de diciembre del 2001 y el 29 de marzo de 2002, bombardeo la presidencia, la saqueo y robo la documentación de Estado, y dejo al Presidente Arafat en la línea roja para asesinarlo. Pero con fortaleza de espíritu Arafat, le respondió a la agresión: “Estoy preparado para ser Mártir y pueden martirizar a todo el pueblo palestino, sin embargo algún día un niño izara la bandera nacional palestina sobre Jerusalem”. Finalmente, Sharon atenuó el cerco militar de la presidencia en Ramallah el 1º de mayo de 2002.
Con la mirada comparable a la de Atila, Sharon, no se presento el 28 de noviembre de 2001 ante los Tribunales de Justicia de Bélgica, donde está demandado como Criminal de Guerra; desoyó los llamados internacionales; hizo oídos sordos a los reclamos de las resoluciones del Consejo de Seguridad, 1397, 1402, 1403, 1404 y 1405, las que reconocen el Estado de Palestino, piden el fin de la ocupación israelí y el fin de la violencia. Al tiempo, que a la propuesta del mundo árabe de reconocer al Estado de Israel, si éste, reconoce al Estado Palestino, emanada el 28 de marzo de 2002, la respuesta de Sharon, fue declarar al día siguiente, la llamada guerra “Muro de Defensa” donde una Potencia Nuclear se ensañó en contra una población civil palestina e imprimió la primera masacre del siglo XXI.
Ante semejante masacre de civiles palestinos en Jenin y otras ciudades palestinas, la Comisión de Derechos Humanos presidida por el Alto Comisionado Mery Robinsón, el 15 de abril de 2002, condenó enérgicamente a Israel por la utilización de torturas; expropiación y demolición de viviendas; el uso de palestinos como escudos humanos; ejecuciones extrajudiciales; masacres; prohibición de enterar dignamente a los muertos y aplastamientos de ambulancias. Se lo imputó por violar las leyes de guerra y se le exigió que ponga fin a la ocupación y a las restricciones impuestas al Presidente Yasser Arafat. Israel convirtió a la condena en papel mojado y prohibió en dos oportunidades (23 de abril y 1 de mayo de 2002), a la Comisión investigadora de la ONU llegar hasta los campos de refugiados para determinar el alcance de la masacre.
Frente a un silencio ensordecedor, las fuerzas de ocupación israelí destruyeron y saquearon las presidencias de Gaza, Belén y Ramallah, profanaron los Lugares Sagrados en Belén y Jerusalem, dispararon sobre la estatua de la Virgen Maria en la Iglesia de la Natividad. Saquearon y destruyeron hospitales y medios de comunicación. Reprimieron a la prensa extranjera y no permitieron trabajar a los médicos y para médicos para socorrer a los heridos y levantar los muertos. Aplastaron las ambulancias y autos particulares con los tanques de guerra. Boicotearon la electricidad, las comunicaciones, el agua, los alimentos y los medicamentos Masacraron al pueblo palestino de Nablus, Tulkarem, Jenin, Qalquilya, Gaza, Jericó y Hebrón. Convirtieron en polvo a miles de casas de civiles y removieron los escombros con los cuerpos destrozados para enterarlos en fosas comunes. ¿Fosas comunes?...Como la de los nazis con los judíos...
Si todo pareciera poco, Sharon ordenó comenzar a construir un Muro de Apartheid que atravesará, cortara y dividirá el territorio palestino ocupado en cantones, para quedarse con una mayor cantidad de tierras y sus aguas, hasta convertir a Palestina en un gran Bantustan.
En los últimos 20 meses, los mártires civiles palestinos superan los 3.500, de los cuales el 40 por ciento son niños menores de 12 años, los heridos alcanzan a 100 mil y los secuestrados palestinos superan los 4 mil. Por su parte, el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas-UNPD en su reunión del 7 de mayo de 2002, detallo que las pérdidas económicas palestinas superan los 400 millones de dólares.
Hasta donde llegó la locura, el deseo de humillación y la degradación al pueblo palestino. Como explicar sin exageraciones la barbarie israelí publicitando internacionalmente un Robot destruyendo a un ser humano, a un palestino simplemente “sospechado” de ser un hombre bomba. Utilizando las cámaras de la televisión extranjera para mostrar la efectividad del Robot revolcando al inocente palestino una y otra vez, elevándolo y arrastrándolo hasta triturarlo, mientras un fusil en la cabeza y otros dos en los brazos del Robot apuntaban al corazón y la cabeza del ser humano, al que finalmente el Robot alzó y tiro al palestino sobre un camión militar israelí con destino incierto (8 de mayo de 2002).
A tanta violencia, por momentos, se respira un aire cómplice con la justicia. Es el aire de los “objetores de conciencia”, los soldados israelíes que comenzaron con 52 oficiales de reserva y en la actualidad superan los 2 mil, los que se negaron a servir en los territorios ocupados. En su nota presentada al ministro de Defensa israelí Benjamín Ben Eliezer, resaltaron: “Desde el 29 de septiembre del 2000, el ejercito israelí llevó a cabo una `una guerra´ sucia contra la Autoridad Palestina. Esta guerra sucia incluye matanzas extrajudiciales y el asesinato de mujeres y niños...No tiene nada que ver con la seguridad (de Israel) y su única finalidad es controlar para siempre al pueblo palestino”.
En este marco, es habitual escuchar a Israel jactarse que es la única democracia de Medio Oriente, cuando en realidad es un país teocrático sin Constitución, ni tampoco tiene presentadas sus fronteras ante las Naciones Unidas. Es habitual preguntarse cuál es la solución. Es usual escuchar a los voceros israelíes, sin asumir responsabilidades de ocupante pedir el fin de la violencia y el cese del fuego. Sin embargo, si en verdad se quiere poner fin a la violencia, la Madre de la Violencia, es la ocupación israelí y la negación permanente a los derechos nacionales palestinos. La violencia es la osadía de Sharon de injerir en las cuestiones internas palestinas e intentar remplazar a su democrático liderazgo. La violencia es la determinación del partido gobernante de ultraderecha Likud, al votar unánimemente en contra del reconocimiento del Estado Palestino en su congreso del 12 de mayo de 2002.
Desde la Santa Sede, su canciller Monseñor Jean Louis Tauran, consideró el voto del Likud de: “muy preocupante, porque el proceso de paz tiene por objetivo la creación de dos Estados independientes”.
El movimiento Gush Shalon por su lado, el sábado 11 de mayo de 2002, alertó sobre la actitud del ultraderechista gobierno de Sharon, y reunió a 100 mil israelíes en la Plaza Rabin en Tel Aviv, repudiando la política de Sharon, Peres, Mofaz y Ben Eliezer, firmaron actas para presentarlos como Crímenes contra la Humanidad y esbozaron el eslogan “váyanse de los territorios palestinos ocupados, vuelvan a casa”.
2002, un año especial
Este año es muy particular para la conciencia nacional palestina. En este año se cumplen los 105 años del primer Congreso Sionista, que llamó a la caída de Palestina. Se cumplen los 85 años de la declaración británica para un Hogar Nacional Judío en Palestina. Los 55 años de la partición de Palestina por Naciones Unidas. Los 35 años de la ocupación militar israelí a Jerusalem Este y el resto de Palestina y los 15 años de la Intifada Palestina.
El sufrimiento no es poco, la tragedia lleva un largo tiempo y la injusticia no puede seguir golpeando las puertas del pueblo palestino. Tampoco es justo que la comunidad internacional, en cómodos sillones siga por las pantallas de televisión el baño de sangre que sumerge al pueblo palestino y el pueblo israelí por exclusiva responsabilidad de Sharon, y asqueados frente a tanto horror, cambien de canal.
La política ambivalente norteamericana no puede continuar exigiendo al ocupado y alentar al ocupante. Tampoco se puede buscar el mea culpa del ocupado y permitir imponer la determinación colonialista del ocupante. Estados Unidos debe poner freno a la ayuda económica de 10 millones de dólares diarios, que según el ex presidente Jimmy Carter, Israel lo utilizo para la compra de armas. No pueden seguir entregando armas sofisticadas de última generación como los aviones F16, que Israel los arrojó sin piedad sobre la población civil palestina. Estados Unidos debe dejar de lado su relación carnal con Israel, para pasar de la diplomacia del discurso a la diplomacia de la acción e exigirle que cumpla las resoluciones de la ONU, los acuerdos y las iniciativas del ex senador norteamericano Geroge Mitchel y el ex jefe de la CIA George Tenet. Al mismo tiempo, la comunidad internacional debe exigirle a Sharon renunciar y presentarse ante los Tribunales Internacionales y dar lugar a que un renovado liderazgo israelí comprometido con la Paz de los Valientes, cambie el rostro del Estado de Israel y comparta con el Estado de Palestina un futuro de paz y convivencia, en la que la infancia palestina-israelí por sobre los clonados Herodes, se desenvuelvan en la cultura de la vida.
15 de Mayo 2002
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