Diario : La República
Uruguay, Montevideo, Sábado, 5 de diciembre de 2009
Por: Embajador Suhail Hani Daher Akel (*)
En un reiterado escenario, otro 29N abrazó al pueblo palestino sumido en la desesperación, con destino incierto, encerrado y bloqueado por muros de apartheid, bloqueos y asentamientos ilegales judíos, que al igual que un cáncer va carcomiendo su estructura.
Con mirada analítica, critica y luego de 62 años del desgarramiento palestino. Se puede seguir interpretando el 29N (día de la partición de Palestina) como ‘Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino’, según lo interpretó la ONU en su resolución 32-40/B (2/12/1977) o se debe dilucidar la verdadera letra de la partición en aquella resolución 181 del 29 de noviembre de 1947, como el principio filosófico de acción y interacción de la catástrofe palestina.
Europa inmersa en sistemas dictatoriales y colonialistas, con guerras fratricidas y campos de exterminios encendidos por un frustrante holocausto europeo con más de 55 millones de seres humanos calcinados, fue el caldo de cultivo para la profecía colonial del sionista austrohúngaro Binyamin Ze'ev Herzl (Theodor Herzl), en su sueño de un Estado judío en Palestina.
Con propicia atmósfera. Los sionistas ilegalmente infiltrados en la Palestina ocupada por los británicos, tejieron la telaraña de asfixia mediante asesinatos, coches y cartas-bombas, secuestros, las voladuras de lugares públicos y hogares civiles. Ya en los primeros meses de 1947, las fuerzas terroristas sionistas habían sembrado el caos en 369 aldeas y ciudades palestinas.
La preocupación golpeó la frente de los regímenes de la Liga de los Estados Arabes. Mientras, la calle árabe enfurecida les reclamaba una acción concreta contra el avance sionista en Palestina. Los desacuerdos dieron ventajas a los sionistas y a los enemigos de la región.
Las monarquías de Egipto y Arabia Saudita estaban enfrentadas con las de Irak y Transjordania (actual Jordania). La monarquía de Transjordania tenía aspiraciones sobre Palestina, Líbano y Siria. Por su lado, Egipto, Irak y Transjordania, estaban ligados profundamente con los británicos mediante tratados desiguales, restringidos en el campo militar, político y económico.
Similares a los frustrantes sueños árabes actuales con Estados Unidos. Los regímenes árabes de ese entonces, estaban seguro que Gran Bretaña los salvarían de la grave situación. Errados en sus expectativas. Londres, ya no podía controlar el terrorismo de sus viejos aliados sionistas, pagando con un alto precio su desafortunada ‘Declaración Balfour’, de otorgar a la Agencia Judía de Europa, un ‘Hogar Nacional Judío en Palestina’, (2/11/1917) .
Abasteciendo la avaricia sionista. La mirada fue puesta en desestabilizar la región para mejorar el rédito de un futuro Estado judío bíblico. En ese sentido, el jefe de la banda terrorista Haganah, el polaco-judío David Ben Gurion, sentenció: “...Después de vencer a las fuerzas de la legión árabe y bombardear Amman, podríamos destruir a Transjordania. En seguida caería Siria. Y si Egipto se atreve a declararnos la guerra bombardearemos Port-Said, Alejandría y el Cairo. Pondríamos fin a la guerra y arreglaríamos cuentas con Egipto, Asiria y Caldea, en nombre de nuestros antepasados” (Diario Personal, mayo 1947).
El ‘Acuerdo de Yalta’ elaborado en febrero de 1945 por el soviético Iosef Stalin, el inglés Winston Churchil y el estadounidense Franklin Roosevelt, ganadores de la Segunda Guerra Mundial, fue la coyuntura de una alta confabulación junto con sus aliados europeos-judíos en satisfacer las pretensiones sionistas sobre Palestina. Del acuerdo, germinó la Organización de las Naciones Unidas (24/10/1945). Asegurándose estos poderosos imperialistas el veto del Consejo de Seguridad, actual aval a la impunidad de Israel en el CS-ONU.
Echada la recta final, los sionistas ya divorciados del poder colonial británico, los agobiaron con su terrorismo. La voladura de las oficinas administrativas del Mandato Británico en el Hotel King David de Jerusalem (22/7/1946), matando a 91 civiles, 41 de ellos palestinos, obligó a Londres transferir la situación de Palestina a la ONU. La terrorista Irgún Zvaí Leumí (Etzel), reivindicó su ‘Operación Tick’. Su comandante, el ruso-judío Menahem Beguin, expresó: “La fuerza de la explosión superó todas nuestras esperanzas”.
Solicitado por Gran Bretaña, la ONU resolvió crear la UNSCOP (15/5/1947), acrónimo en idioma inglés de la Comisión Especial de las Naciones Unidas para Palestina. Representada por 11 países, sin tomar en cuenta la opinión palestina sobre sus legítimos derechos, el 1°/9/1947, de las dos propuestas presentadas, recomendaron con poca solvencia jurídica el establecimiento de dos Estados en Palestina: uno judío y otro árabe.
Los palestinos convidados de piedra lo rechazaron. Insatisfechos. Chain Weizman, presidente de la Agencia Judía, expresó: “La partición será un compromiso satisfactorio, pero no una solución judía” (2/10/1947).
La Asamblea General de la ONU, durante su segunda sesión luego de su creación, debatió el tema el lunes 29 de noviembre de 1947, resolviendo implementar en su resolución 181, el ‘Plan de Partición de Palestina’. El voto violó su Carta Magna. Jurídicamente no poseían, ni poseen facultades de particiones o divisiones territoriales habitadas o no.
Treinta y tres países votaron a favor: Australia, Bélgica, Bolivia, Brasil, Bielorrusia, Canadá, Costa Rica, Checoslovaquia, Dinamarca, República Dominicana, Ecuador, Francia, Guatemala, Haití, Islandia, Liberia, Luxemburgo, Holanda, Nueva Zelanda, Nicaragua, Noruega, Panamá, Paraguay, Perú, Filipinas, Polonia, Suecia, Ucrania, Sudáfrica, Estados Unidos, Uruguay, Unión Soviética y Venezuela. En contra 13: Afganistán, Cuba, Egipto, Grecia, India, Irán, Irak, Líbano, Pakistán, Arabia Saudita, Siria, Turquía, y Yemen. Y se abstuvieron 10: Argentina, Chile, China, Colombia, El Salvador, Etiopía, Honduras, México, Gran Bretaña y Yugoslavia. Lo curioso. De los 33 votos a favor, 12 países latinoamericanos aseguraron la partición.
La reacción palestina al igual que su población palestina-judía no sionista y los países árabes, no se hizo esperar. Era demasiado tarde. Fragmentada. Un 55 por ciento de Palestina fue otorgado para un Estado judío; el 45 por ciento para la continuidad de Palestina como Estado y su capital Jerusalem, sería internacionalizado dentro del Estado palestino.
La población palestina del ’47, quebrantada, se sujetaría a un Estado árabe con 749 mil ciudadanos palestinos y 10 mil pobladores europeos-judíos; y a un Estado judío con 591 mil judíos llegados desde Europa y 497 mil originarios palestinos que perderían su identidad nacional. Jerusalem, poblada por sus 134 mil ciudadanos palestinos incluyendo 1600 judíos, se le sumaron 99 mil europeos judíos ilegalmente asentados.
Con la creación de Israel al año siguiente (15/5/1948), 418 ciudades fueron demolidas, 750 mil palestinos echados al mar y convertidos en refugiados. El 78 por ciento de su territorio quedó bajo bandera israelí. Mientras, Transjordania ocupó la Ribera Occidental, mal llamándola ‘Cisjordania’ y Egipto ocupó Gaza.
Dos de los principales actores de Yalta, dejaron sus huellas en el desplome palestino. El presidente estadounidense Harry Truman, que escribió en su diario personal el 21/7/1947: “Los judíos son muy, pero muy egoístas...” (The Washington Post, 10/7/2003), presionó enérgicamente a favor de la partición. En tanto, la Unión Soviética, teóricamente enemiga de los sionistas, su embajador Andrei Gromiko, la respaldó: “Los árabes declaran que la partición de Palestina es una injusticia histórica. Tal actitud es inaceptable. El pueblo judío está vinculado con Palestina desde tiempos inmemoriales, sería una horrible injusticia negarle el derecho a establecer su propio Estado”. (“Historia del Estado de Israel”-1981).
Muchos de los prominentes judíos de Palestina no confiaban que un Estado judío sería de paz, sino un instrumento sionista para sus ideales políticos-expansionistas en la región. El Dr. Judah Magnes, presidente de la Universidad Hebrea de Jerusalem, publicó: “...La partición (de Palestina) no detendrá las actividades terroristas de los grupos judíos que, tras conseguir la partición por medio del terror, intentarán conseguir el resto del país para los judíos por los mismos medios” (The New York Times, 28/9/1946).
La desatada guerra árabe-israelí, fue resuelta con el Armisticio de Rodas bajo los auspicios de la ONU en 1949. Firmado por Israel, Egipto, Líbano, Jordania y Siria, fue rechazado por Irak y se negó la participación palestina. Con el ignominioso acuerdo, la ONU reitero su falta de capacidad. Presionada. Reconoció al Estado de Israel con el 78 por ciento del territorio palestino, incluyendo Jerusalem Occidental y no reconoció al Estado de Palestina hasta la actualidad. En 1967, Israel ocupó el 22 por ciento restante de Palestina y el resto de su capital Jerusalem Este.
Sin dejarlas al margen. Las voces violentas, fueron el cadalso sionista de los verdugos. Yitzhak Shamir (ex premier), expresó: “Gracias al terror fundamos el Estado judío” (Reuters, 4/9/1991). En tanto, el general Rafael Eitan, alegó: “Cuando nos hayamos asentado en la tierra, lo único que los árabes podrán hacer es dar vueltas como cucarachas borrachas dentro de una botella”. (reproducido diario El País, España, 25/11/20004).
La misma violencia verbal sigue latente. El actual premier israelí Benjamín Netanhuayu, profirió: “La base del Estado judío es, ante todo, un Ejército judío, las Fuerzas de Defensa de Israel y el reclutamiento de nuestra juventud” (EFE, 29/11/2009). En lo educativo. Los rabinos Yitzhak Shapira y Yosef Elitzur de la escuela rabínica Merkaz ha-Rav, en relación a los niños palestinos, escribieron: “Los judíos deben matar a los gentiles (no judíos) y también a sus hijos...” (Libro ‘Torat Hamelej’, Noviembre 2009 - diario israelí Haaretz, 17/11/2009).
Cada 29N, la ONU y el mundo se atiborra de conferencias con voces que lavan sus conciencias por la tragedia palestina. En la práctica no pasan de la verborragia solidaria a la acción contra el poder ocupante.
Como palestino. Como víctima del 29N y refugiado desde 1948, sin derecho al retorno, ¿puedo olvidarme de mi ciudad de nacimiento Jerusalem?. Puedo olvidar el azul del Mar Mediterráneo desde Gaza a Haifa. Puedo olvidar la aldea de mi padre en la región de Safad. Puedo abandonar a mis antepasados enterrados en Jerusalem, Al-Jish y Haifa. Puedo olvidar nuestras raíces palestinas desde Gaza, Birsheva a Jerusalem y Belén; y desde Nazarateh hasta Jaffa y Galilea. ¿Acaso?. El mundo que partió mi tierra, puede obligarme a olvidar. No olvidare.
(*) - Fue el primer embajador del Estado de Palestina en la Argentina
- Analista Internacional sobre la Situación Palestina
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