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Una vida dedicada a la paz entre los Pueblos y
la dignidad y libertad para su pueblo de Palestina

Diario Sur
Buenos Aires, Jueves, 9 de agosto de 1990

El Itaipú de los niños palestinos (ver)

Por Suhail Hani Daher Akel

La más grande represa fluvial del mundo se encuentra en el latinoamericano territorio de Paraguay conocido como Itaipú, nombre que en el idioma del aborigen significa “El sonido de las piedras”. Quizás ese era el nombre con que los indígenas de esa región paraguayo-argentino-brasileña construían su resistencia contra quienes los venían a colonizar, a quedarse con su tierra y disfrutar de sus frutos.

Sin duda, el mismo Itaipú con que los indígenas palestinos instrumentaron su defensa contra quienes un día desafiaron a la Humanidad y decidieron que no deberíamos existir más.

Actualmente casi 2.250.000 palestinos, de los cuales 800.000 son niños, están bajo la bota militar de la ocupación israelí, que comete sobre ellos las peores barbaries y violaciones humanas; tal vez una mayoría de los victimarios, en su infancia fueron víctimas de las atrocidades de los campos nazis.

Pero nuestro pueblo tomó parte en el desafío. Desde su propia gestación, el niño palestino lucha contra la muerte. Cada niño que nace, ya logró burlar el primer cerco impuesto por los Herodes. La doctora Jenniffer Leaning de la Escuela de Medicina de Harvard, tras visitar nuestra Tierra ocupada en febrero de 1988, declaró: “ Las mujeres palestinas embarazadas expuestas al gas lacrimógeno sufren un repentino cese del movimiento fetal. Las cifras que se conocen tal vez sean sólo el 50 por ciento del verdadero número, ya que muchas mujeres entierran al feto sin vida y no concurren a medicarse al hospital o clínica por miedo al arresto”. Distintas fuentes de organismos internacionales señalan el total de 3.500 abortos forzados a raíz de golpizas o gases lacrimógenos desde el comienzo de la Intifada – 8/12/87 – hasta nuestros días.

A temprana edad el niño palestino sintió la necesidad de apelar a su picardía popular para lograr enfrentar al gigante Goliath: además de piedras, papas con clavos arrojados con hondas.

Pero el precio por su libertad es de un alto costo. Abusando de su ingenua niñez el ejército israelí y los colonos judíos arremeten con su terrorismo racial y los tientan arrojándoles caramelos y barritas de chocolate, siendo al fin pequeñas y feroces armas químicas que al levantarlas estallan. En ese sentido Mohammed Miari, miembro en su momento del parlamento israelí, por el Movimiento Progresista por la Paz, denunció distintos casos, del cual rescató uno: “Al niño Mahmoud Abu Jawad de 10 años, mientras estaba abocado al cuidado de su rebaño de ovejas en las afueras de la aldea Tamoun, una patrulla israelí le arrojó caramelos; al levantarlos explotaron en sus manos quemándole, además, el rostro y el pecho. Dos de las ovejas murieron”. El parlamentario Miari enfatizó frente al Ministro de Defensa israelí que las golosinas explosivas son armas químicas sumamente letales y violan las convenciones de Ginebra – Diario Al Fajr, Jerusalem, 5 de noviembre de 1988.

A esta triste realidad hay que sumarle las innumerables violaciones que sufren los civiles palestinos, siendo el bocado preferido la indefensa niñez: quebradura de huesos, tortura, prisión, demoliciones de viviendas, familias destruidas, deportados, etcétera... Estas desagradables vivencias fueron durante años penetrando a la retina de la niñez, calando en su estructura psíquica, con el claro objetivo de desintegrar las futuras generaciones.

Pese a todo, no logró el ocupante sionista perturbarle su consciencia nacional, su amor a la tierra de sus antepasados y de sus futuros hijos, a sus raíces... a su pueblo. Es así que desde la más profunda herida de la Tierra de Palestina surgió el Itaipú, “el sonido de las piedras de los niños palestinos, jurando sobre sus rocas, que esta sería la última Intifada... la última dominación a la tierra de la miel, los naranjos y los olivos... a la tierra de los Profetas”.

Cierro con el pensamiento del Presidente del Estado de Palestina, ingeniero Yasser Arafat: “Nuestro oprimido pueblo sólo quiere que sus hijos tengan un lugar bajo el sol en su Patria, un lugar en el cual puedan vivir en libertad, como otros niños de la Tierra”.

* Director de la Oficina de Información Palestina en la República Argentina

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