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Diario : La República

Uruguay, Montevideo, Miércoles, 15 de abril de 2009

Nakba, un hilo de sangre que pende del mundo

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Por: Embajador Suhail Hani Daher Akel (*)

Un siglo pasado atormentador. Almas inquietas y tenebrosas ocuparon la escena. Un observatorio macabro recortó las venas. Monarquías déspotas, ideas republicanas y liberales pos napoleónicas. Colonialismo. Ideologías de izquierda y derecha. La herencia revolucionaría francesa y la era pre-pos hitleriana, sazonó las mentes de guerras que estallaron en una Europa desencontrada.

La impulsada judeofobia europea estimuló la influencia sionista a finales del siglo XIX. Crearon una historiografía en base a territorios ajenos acorde a la imagen colonialista del primer Congreso Sionista de Basilea para establecerse en Palestina (1897). Con mayoría agnóstica, los europeos sionistas falazmente alegaron sus derechos en los textos bíblicos, convirtiéndolos en una mera escritura inmobiliaria.

A las maniobras del jefe de la Agencia Judía, el bielorruso Chaim Weizmann (luego primer presidente israelí), el profesor británico de historia en la Universidad de Liverpool, Charles Kingsley Webster, las consideró mesiánica: “...al transferir a Londres el centro del sionismo...Con habilidad infalible, Weizmann, adaptó sus argumentos a las personalidades de cada hombre de Estado. Con los ingleses y los americanos podía emplear el lenguaje bíblico y despertar emociones, con otros, hablaba de intereses”. (“The Art and Practice of Diplomacy”, C.K.Webster en The Listener 28/2/1952).   

Gran Bretaña para mantener sus colonias, entre ellas, Palestina, necesitó ganar la I Guerra Mundial a toda costa. Del sufrimiento de Europa, germinó la primera semilla del Holocausto. Nutridos del mismo, el sionismo fijó su objetivo colonialista. Necesitados de sus lobby y bancos judíos, los británicos en plena guerra, le ofrecieron a la Organización Sionista un ‘Hogar Nacional Judío en Palestina’. (“Declaración Balfour”, 2/11/1917).

Entre los mentores del ‘Hogar Nacional Judío’, Sir Winston S. Churchill, Secretario de las Colonias, apodado el ‘Carnicero de Gallípoli’ (por su desembarco en ese lugar de la península turca, 1915), investido de premier en junio de 1954, comentó en una rueda de prensa en Estados Unidos: “Yo soy un sionista, quisiera dejar bien claro eso. Fui uno de los que inspiramos la Declaración Balfour y he trabajado fielmente por ella” (This was merely the introduction.“Churchill y Política, El ultimo gentil sionista romántico”, Dr. Yoav Tenembaum).

Al indagar razones. El canciller ingles Lord Arthur J. Balfour, presionado, decidió la declaración por el énfasis del ministro de Municiones, David Lloyd George. Dirigiendo éste, la Organización de la Industria de Armamentos y ministro de Guerra en 1916, fue afectado en su frente de batalla por la escasez de acetona para fabricar bombas. Al informar, el sionista Weizmannn, además, director del Laboratorio Químico del Almirantazgo británico, ideó un proceso para la producción acelerada de acetonas sintéticas y se la entregó a la Corona. Favorecida la hegemonía de fuego de la poderosa Royal Navy, revirtieron la I Guerra a su favor.

Comprometido Lloyd George, no le alcanzaron palabras de agradecimiento para Weizmann: “Ha prestado usted un gran servicio al Reino y me agradaría solicitar se lo recomiende a Su Majestad para honrarlo”, Weizmann, de ágil espíritu colonial, replicó: “Nada para mí...Sí, desearía que haga algo por mi pueblo judío, un Estado”. (“Memorias de la Guerra” David Lloyd George, Tomo I). 

La guerra desplomó cuatro imperios, el alemán, el austrohúngaro, el ruso y el turco, y tres grandes dinastías. Murieron diariamente un promedio de 6.000 personas durante los cuatro años, tres meses y catorce días, llegando a casi 10 millones de muertos. Para Weizmann y sus discípulos sionistas, el triunfo de sus aliados potenció el sueño del Estado judío en Palestina.

Los árabes sumidos en la confusión, luego de los 400 años de ocupación otomana-turca, fueron segmentados por el colonialismo ingles-francés mediante el pacto secreto de Sykes-Picot (1916), que rediseñó las fronteras del Cercano Oriente. Palestina quedó bajo la ocupación británica. Un ámbito fértil para los sionistas.

El arbitrario Tratado de Versalles, determinó el fin a la I Guerra Mundial y las bases de la Sociedad de Naciones (28/6/1919). Fue el instrumento ‘legal’ de los vencedores en el reparto de los países arrancados al imperialismo otomano. El emir Feysal Ibn Hussein, presidió la ambivalente delegación árabe en la Conferencia de Paz de Versalles.  Por su rol funcional a los británicos y al espía Thomas Lawrence (de Arabia), fue gratificado como rey de Siria en 1920. Desplazado por la ocupación francesa a Siria, lo proclamaron rey de Irak al año siguiente.

En la esfera de la conspiración, Weizmann visitó a Feysal en el sur de Transjordania (junio 1918), tentándolo forjar un acuerdo para establecer un Hogar Nacional Judío en Palestina a cambio de saciar su arrogante ambición de construir un Estado Arabe único bajo su exclusivo reinado y separarlo de una futura Palestina judía.

A espaldas de los palestinos. Firmaron en Londres, el “Acuerdo Feysal-Weizman” (3/1/1919). Su preámbulo esbozó el principio de la quimera: “Su Alteza Real el Emir Feysal, representando y en nombre del Reino Arabe de Hiyaz y el Dr. Chaim Weizman, representando y en nombre de la Organización Sionista, atentos al parentesco racial....”. Mientras, tres de sus nueve puntos, fueron estratégicos: Punto 2°: “...los límites definitivos entre el Estado Arabe y Palestina serán determinados por una comisión...”. Punto 3°: “...se ofrecerán las garantías para ejecutar la declaración británica (Declaración Balfour)”. Punto 4°: “...alentar la inmigración de judíos a Palestina en gran escala y asentar a los inmigrantes judíos lo más pronto posible...”.(“The Arab Awakening”,  George Antonius, 1938, Pág. 437-439).

Traicionado y marginado su pueblo. Palestina, sin parentesco racial, se convirtió en el refugio de alemanes, polacos y rusos judíos. La relación carnal sionista-británica la destacó David Ben Gurion, jefe terrorista del Haganah: “Inglaterra contará con bases defensivas marítimas y terrestres en el Estado Judío” (19° Congreso Sionista, 1935).

En la cavidad de las espurias alianzas. Motivado. El nazi SS, Leopold von Mildenstein y Kurt Tuchler, de la Federación Sionista alemana, visitaron durante seis meses Palestina. Impresionado. El nazi publicó en el diario berlines Der Angriff (1934): “Un viaje nazi a Palestina”. Admiró, “los logros de los judíos llegados a Palestina desde Alemania”; destacó, “El desarrollo sionista, en un nuevo tipo de judío” y promovió, “una patria judía en Palestina”. En su honor, el diario, emitió una “medalla especial con una esvástica nazi de un lado  y del otro, una estrella de David”. (“A Nazi Travels to Palestine”, History Today, Jacob Boas, London, Enero 1980, Pág.33-38).

Detrás de una fachada de espurios mecanismos para el traslado de judíos a Palestina, la Agencia Judía firmó con el Ministerio de Finanzas nazi, el “Acuerdo Havaara” (28/8/1933). Producto del mismo y con el aval del ‘Libro Blanco’ de Churchill (1922), los alemanes judíos en 1939 superaron el 13 por ciento de la población autóctona. Millones de dólares fueron transferidos a la Agencia Judía en Palestina, deteriorando la economía alemana. Mientras, “Muchos de estos judíos, al final de la década del ’30, transfirieron replicas de sus casas y fabricas” (“Transfer Agreement”, Edwin Black, Pág.379).

Poderes fluctuantes y sistemas colapsados engendraron una fuerte rivalidad de intereses. Consecuencia. Estalló la II Guerra Mundial (1/9/1939 - 2/9/1945). El beso de sangre de las Potencias Aliadas contra las del Eje y viceversa, arrastró a un Holocausto europeo con más de 55 millones de muertos.  Entre ellos, 27 millones de cristianos, 6 millones de judíos y casi 3 millones de musulmanes. Los sionistas lo auguraron a expensas del dolor de su misma gente: “... En el exilio, les espera a los judíos una matanza general...su única salvación es una emigración en masa a la tierra de Israel (Palestina)”. (“Jabo, Biografia de Zeev Jabotinsky”, Shamuel Katz, pág. 25 - 1993).

Sin importar los demás. Parcializaron el Holocausto. Socavaron el derecho internacional y provocaron la industria de la culpa. Donde todos pueden cuestionar a todos menos a ellos. De ocurrir, lo rotulan de ‘nazis’ o ‘antisemitas’. “...Encerrados en la experiencia del Holocausto… es un buen ejemplo de cómo una comunidad puede sobreactuar una experiencia histórica, al extremo de comenzar a rechazar a sus amigos...al punto que la aflicción termina despertando el enojo (“Identidad Judía” Arun Ghandi (n), Washington Post, online 7/1/2008).

En la Conferencia de Yalta (4 al 11/2/1945). Joseph Stalin (URSS), Franklin Roosvelt (EEUU) y Winston Churchill (Reino Unido), glorificaron el triunfo con un nuevo reparto del mundo. Iniciaron la Guerra Fría (1945-1998) y precisaron las pautas para suplir la estéril Sociedad de Naciones con la creación de la Organización de Naciones Unidas-ONU (24/10/1945). Reservándose los aliados el derecho del ‘veto’ del Consejo de Seguridad. Principal herramienta de protección a sus designios imperialistas. Servil para rechazar desde 1949 las condenas de la Asamblea General contra la potencia ocupante israelí.

El emergente poderío de Estados Unidos, llevó al lobby sionista a ser su principal aliado y trasladar su base operativa financiera a Nueva York. Para mostrar fidelidad. Se despegaron del colonialismo británico y sus ataques terroristas contra las fuerzas inglesas en Palestina, aceleró la retirada británica 9 horas antes de la creación de su ilegal estado (1948). Oportunamente, el grupo terrorista Stern de Yizthak Shamir, asesinó a Lord Moyne, Alto Comisionado en Egipto (6/11/1944), acusándolo: “...de ser un enemigo implacable de la independencia judia” (“Rescue and liberation: America's part in the birth of Israel” Isaac Zaar, N. Y. Bloc Publishing Cy. 1954, Pág.115.).

Pese que la policía británica pegoteó en las calles de Jerusalem, afiches con el título de ‘Buscados’ y las fotos de 10 terroristas sionistas, encabezados por Menahem Beguin (premio Nobel de Paz-1978). Los ataques terroristas contra los ingleses se incrementaron. Un atentado sionista en el Hotel King David de Jerusalem, asesinó a 41 palestinos, 33 ingleses y 17 judíos (22/7/1946). Y el “..grupo terrorista de la agrupación Irgun, voló el oleoducto de la Irak Petroleum & Co, en las cercanías de Haifa (Palestina)...” (“Terrorismo Judío”, Diario La Prensa, Buenos Aires, entre 24-30/3/1947)

La asimetría del nuevo presidente estadounidense Harry Truman, al garantizar personalmente a Weizmann, trabajar y reconocer al Estado Judío (marzo 1948), evidenció las diferencias entre las presiones y los sentimientos puestos en sus manuscritos de 1947: "...Los judíos son muy egoístas. No les preocupa el número de estonios, letones, finlandeses, polacos, yugoslavos o griegos que están siendo asesinados o maltratados..., siempre y cuando los judíos reciban un trato especial...” (“Truman Bibliotheca, The Washington Post”, Rebecca Dana y Peter Carlson, EEUU, 10/7/2003).

El futuro de Palestina, estaba echado. El ruso sionista Zeev V. Jabotinsky, amigo de Benito Mussolini y considerado por él, “ciudadano fascista”, pronunció lo que actualmente se intenta: “…Palestina deberá dejar de ser un país árabe…una Palestina como Estado judío…una Palestina judía, pero nada más que judía”. (“Sionismo de Estado” Z.V. Jabotinsky, 1936)

Las potencias coloniales y la Sociedad de Naciones, durante la I Guerra, cargando con la judeofobia europea prometieron al poderoso lobby sionistas ‘Un Hogar Nacional Judío’ en Palestina, sin el acuerdo palestino. Europa fregoteando su conciencia por el Holocausto y EEUU forzado por el lobby económico judío, después de Yalta, promovieron los deseos sionistas de la partición de Palestina en la ONU, para la creación sobre esa tierra de un Estado Judío (29/11/1947). Declarado Israel, unilateralmente el 15/5/1948, el Estado Palestino fue asfixiado con embrollos de leyes, complot, traición, ocupación, persecución, limpieza étnica, exilio, muros, asentamientos y apartheid. Soterrando a un país que en el 7500 aC, encabezó la civilización.

Sin importar la condición humana. El siglo XXI se mantiene impávido con la silenciosa filosófica historia de la tragedia y el exilio palestino. Al cumplirse 61 años de la Nakba (Catástrofe) y la caída de Palestina y su capital Jerusalem, la colonización sionista-israelí sigue siendo un colmillo clavado en la yugular palestina.

 (*) - Fue el primer Embajador del Estado de Palestina en la Argentina
   - Analista Internacional sobre la Cuestión Palestina

 

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