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Una vida dedicada a la paz entre los Pueblos y
la dignidad y libertad para su pueblo de Palestina

Diario Pagina/12
Buenos Aires, 16 de Mayo de 2001

Nakba Palestina (ver)

Por Suhail Hani Daher Akel *

Cuando en 1947, Naciones Unidas, lanzaba su resolución 181 con la partición de Palestina en dos estados, uno árabe y otro judío, la conciencia internacional asumía una cómoda reparación moral con el sufrimiento judío en Europa. Sin embargo, poco se tuvo en cuenta las consecuencias y los sufrimientos de los pueblos en juego y a partir de 1948 con la creación del Estado de Israel, comenzaba un nuevo sufrimiento y una trágica catástrofe sobre otro pueblo, en este caso el palestino.

A 53 años de la Catástrofe Palestina (Nakba), la preocupación, el dolor y el sufrimiento son compartidos plenamente por dos pueblos, el palestino y el israelí, con la diferencia, que este ultimo se desarrollo en un Estado independiente, mientras el otro, el palestino, aún padece la indiferencia internacional desde 1948 y ocupación israelí desde 1967.

Frente a esta realidad, hace diez años con la Conferencia de Paz de Madrid (1991) y más luego con los acuerdos directos entre la OLP e Israel (1993), la luz se asomaba como un hilo de esperanza para dos pueblos que estaban ansiosos de poner fin a la violencia y comenzar una nueva etapa. De modo, que los apretones de manos de los lideres, las flores de niños palestinos a los soldados israelíes y las remeras blancas de los niños israelíes con la inscripción “Salam-Shalon”, marcaba el leit motiv de quienes comenzaban a comprender la “Paz de los Valientes”.

Todos coincidíamos que la situación no era fácil, y los acuerdos, Israel no los asumía tal como los había firmado. Pero no esperábamos que la frustración y los abusos de la crisis, se gane las recicladas y embellecidas ciudades palestinas con las piedras de una nueva Intifada para detener la prepotencia de los tanques de la re-ocupación militar israelí.

Nuevamente los tambores de guerra ensordecieron la región. Nuevamente las muertes, las frustraciones, el sufrimiento y el dolor masivo. Nuevamente la intolerancia se hizo del gobierno israelí, que a pesar del malestar de los progresistas israelíes, descargo todo su potencial bélico contra la población civil palestina, envuelta en los gases tóxicos, las balas prohibidas, el uranio empobrecido, los tanques, los helicópteros artillados y los buldózer.

Nuevamente las resoluciones de Naciones Unidas, Israel las convirtió en tinta sobre papel. Mientras que las potencias comprometidas con el Acuerdo Palestino-Israelí, no lograron superar la diplomacia del discurso para pasar a la diplomacia de la acción, que le permita poner fin a la agonía que padece el pueblo palestino y a la ira de Sharon para consumar su antiguo sueño de la eliminación étnica palestina.

La renovada soledad y decepción palestina se eclipsa con la habitual semántica del liderazgo israelí al intentar confundir el papel del ocupante y el ocupado, y focalizar su agresivo terrorismo de estado como represalia en contra de la “violencia palestina”. Cuando en realidad, la Intifada, es la legitima expresión anticolonial y no es violencia sino resistencia de un pueblo decidido a vivir libre, en paz y dignidad sobre su pequeño territorio, la que incluyendo Jerusalem Este, es apenas un 23 por ciento de la histórica y milenaria Palestina.

* Embajador de Palestina en Argentina

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