Diario
El Cronista
Buenos Aires – 25 de agosto de 1997
Reportaje al embajador palestino en la Argentina
No somos los enemigos de Israel (ver)
María Cecilia Barro Gil
De la redacción de El Cronista
El doble atentado suicida perpetrado el 30 de julio en un mercado de Jerusalem afectó nuevamente la posibilidad de una salida pacífica al conflicto palestino-israelí y polarizó aún más las posiciones de ambas partes.
El representante diplomático palestino en la Argentina, Suhail Akel, dialogó con El Cronista sobre la delicada situación en la región, tras los últimos episodios de violencia, y advirtió que la frustración económica que genera en su pueblo el cierre de Gaza y Cisjordania, impuesto por Israel, favorece el surgimiento de focos terroristas.
- ¿Cuál es su visión del escenario surgido en Medio Oriente, luego del reciente atentado de Jerusalem?
- En primer lugar, nosotros condenamos profundamente cualquier acto terrorista, venga de donde venga. El atentado de Jerusalem afectó a ambos pueblos; provocó víctimas en ambas partes. Por eso consideramos que el gobierno israelí comete un grave error cuando somete a presión a todo nuestro pueblo, al gobierno palestino y especialmente al presidente Yasser Arafat. Nosotros no somos los enemigos de Israel, somos los aliados del pueblo israelí y somos víctimas, junto con el pueblo israelí, de todos estos ataques que perjudican el proceso de paz. Cuando el gobierno de Netanyahu castiga al pueblo palestino, está creando focos a favor del terrorismo.
- ¿Cómo se combate el accionar terrorista?
- La única forma es llevando adelante un verdadero proceso de paz, que permita una convivencia con tolerancia y dignidad para ambos pueblos, a partir de la soberanía para ambos pueblos, cada uno sobre su propia tierra y su propia patria. Con el bloqueo de nuestras ciudades, Israel no contribuye precisamente a erradicar el terrorismo, sino todo lo contrario, fomenta la frustración. Hoy hay 120.000 trabajadores que no pueden acudir a sus puestos de trabajo en Israel, y cada uno de ellos tiene ocho o diez familiares a cargo, de manera que estamos hablando de casi 800.000 personas que están padeciendo hambre. Además, Israel se queda con el dinero de nuestro pueblo, al retener los impuestos de los obreros palestinos. Israel crea verdaderos campos de concentración al bloquear nuestras ciudades entre sí. El ciudadano palestino no puede transitar por su propio territorio. Estamos entrando en el tercer milenio, e Israel sigue llevando adelante una política de esclavitud sobre nuestro pueblo, con un alto grado de xenofobia y racismo.
- En este contexto, ¿no resulta contraproducente para el pueblo palestino el boicot lanzado por la Autoridad Nacional Palestina (ANP) contra la importación de productos israelíes?
- El boicot es una manera de presionar al gobierno israelí para que no continúe con su dura política hacia los palestinos. Uno de los principales consumidores de Medio Oriente son los palestinos. Y a pesar de estar confinados a la hambruna por Israel, hemos tomado la determinación de no comprarles más productos.
- ¿Cómo se plantean las relaciones entre Hamas y la ANP, teniendo en cuenta que Hamas es uno de los grandes enemigos del proceso de paz?
- No podemos decir que Hamas lo sea. Hay una ala de Hamas que está dispuesta al diálogo con Israel.
- ¿Cómo cree que se resolverá la disputa por el status de Jerusalem?
- Nosotros estamos esperando que el señor Netanyahu levante el congelamiento de los acuerdos de Oslo y dé lugar al cumplimiento de la tercera parte de dichos acuerdos, en la que se debe tratar la cuestión de Jerusalem y los asentamientos, entre otras cosas. Pero Jerusalem, indudablemente, tiene que ser la capital de un Estado palestino soberano e independiente.
Globalización
Cuando Arafat firmó los acuerdos de paz con Israel y se lanzó
a la lucha diplomática para conquistar un Estado palestino independiente,
muchos analistas sostuvieron que la OLP estaba preparada para actuar como
un movimiento de liberación pero no para administrar y gobernar una
nación. Suhail Akel afirmó que "mi gobierno firmó
un acuerdo de paz con Israel. En el preciso momento en que nuestros líderes
se estrecharon la mano, hemos abandonado nuestras armas, para comenzar una
nueva etapa de liberación, a través del diálogo. Nosotros
queremos trabajar para que ambos pueblos puedan tener un mutuo desarrollo
económico, social y cultural, que nos beneficie en la región
y nos instale dignamente en el proceso de globalización con el que
vamos a entrar en el tercer milenio”.