Diario
La Nación
Buenos Aires, Lunes 15 de agosto de 2005
No es el fin del conflicto (ver)
Por Suhail Hani
Daher Akel *
para La Nación
¿Es suficiente? No. Cuando Ariel Sharon habla de su sacrificado Plan de Desconexión de Gaza, sus dolorosas decisiones y sus enfrentamientos internos, sólo continúa con su política colonial. El presidente israelí Moshe Katsav no debe pedir perdón a los colonos por sacarlos, sino por haberlos llevado a un territorio extranjero para estrangular su geografía. Cuando se muestra la furia de los colonos obligados a abandonar ese lugar que ocuparon ilegalmente hace 30 años, quizá se interprete mejor el dolor de los palestinos, echados al mar luego de residir por miles de años en esa tierra.
La iniciativa de Israel es unilateral, y la “desconexión” no es una figura jurídica avalada en la Convención de Ginebra de 1949, por tratarse de una potencia ocupante. Como tal, las resoluciones de ONU exigen un retiro militar total y no parcial de los territorios ocupados en 1967, incluyendo Jerusalén Este. Quien se desconecta se conecta. Israel se desconectó de Gaza en 1994 y en 2000 se reconectó con su destructiva ocupación. Lo mismo sucedió con las otras ciudades palestinas liberadas entre 1994 y 1998, hoy todas recuperadas. Mientras Israel no asuma la responsabilidad de ser la potencia ocupante, es difícil llegar a un retiro total, honesto y sincero.
Si Israel, erigido sobre territorio palestino en 1948, sigue convencido de que toda esa tierra le pertenece y que puede disponer de ella, se aleja de la realidad, envolviendo a ambos pueblos en la violencia. En cuanto a Gaza, ¿será un territorio totalmente libre? ¿O será una gran prisión donde un millón y medio de palestinos quedarán cercados y alejados de su pueblo en Ribera Occidental, ya que la vida de cada uno de ellos, el mar y todas sus salidas serán controladas por Israel?
El paraguas de la desconexión distrae al mundo, que fija su mirada en Gaza y en el control interno israelí. Mientras tanto, Sharon acelera la construcción del muro, que pronto alcanzará 720 kilómetros, cuando las fronteras del 67 son de 356 kilómetros. El Parlamento israelí votó por no indemnizar a las familias palestinas y aprobó la construcción de la parte final del muro, en Jerusalén. Esto viola la resolución 478, de 1980, que exige a Israel retirarse de Jerusalén y no convertirla en su capital, y contradice a la Corte Penal Internacional, que en 2004 declaró ilegales el muro y los asentamientos.
Gaza no es el fin del conflicto. Israel debe retirarse de toda Palestina, que mantiene ocupada militarmente desde hace 38 años. En la Ribera Occidental quedan 400.000 colonos en 200 asentamientos ilegales, algunos convertidos en ciudades, que la autoridad israelí no piensa levantar.
El presidente Mahmoud Abbas (Abu Mazen), en este mar de aprietos, dijo estar preparado para asumir la responsabilidad de Gaza y su desarrollo, sembrando el camino de paz hacia Jerusalén. La comunidad internacional debe asumir su compromiso y obligar a Israel a apartarse de la ilegalidad y permitir la convivencia con dignidad entre los pueblos palestino e israelí como dos Estados libres, vecinos y amigos, sin muros que los separen.
* el autor es Embajador de Palestina en la Argentina