Diario
La Capital
Rosario, Martes, 31 de mayo de 1988
Los niños palestinos, los niños de las piedras (ver)
Por Suhail Akel
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Para La
Capital
El siguiente es un artículo redactado por Suhail Akel, representante de la Oficina de Información Palestina en la Argentina, en el cual se analiza el drama de los niños nacidos en campos de refugiados.
Desde los tiempos más remotos, la niñez ha sido siempre el medio más fácil de derramar sobre ella las iras más sangrientas. Los niños palestinos son actualmente una de las mayores víctimas de esta segunda mitad de siglo. Desde hace cuatro generaciones, nacidos en campos de refugiados, con sus hermosos ojos oscuros y sus angelicales rostros, guardan en sus profundas miradas la castración territorial, las masacres y todo lo más horrendo que se pueda imaginar la mente humana: niños acostumbrados a jugar hasta con la misma muerte. Con sus pequeños pechos al descubierto y contra todo tipo de arma, desde un común revolver hasta la más sofisticada y condenada bomba de fragmentación; sin embargo, al igual que sus mayores, siguen aferrados a sus rocas hasta que pase la tempestad y puedan regresar a sus legítimos territorios usurpados.
La Organización para la Liberación de Palestina, preocupada en resguardar la salud mental y corporal de las nuevas generaciones, para de esa manera preservar la existencia del pueblo palestino ante la mente de aquellos que pretenden su exterminación, debió basar su trabajo en tres fundamentales acciones: psíquica, educacional y laboral.
En el plano psíquico se organizaron centros psiquiátricos especializados en rehabilitación infantil, donde los niños huérfanos de padres mártires, rescatados de la mismísima muerte, puedan rehabilitarse, gozar de una protección especial, con un desenvolvimiento saludable y donde todos ellos son tratados con la misma naturaleza igualitaria, cumpliendo un gran desempeño la Sociedad de la Media Luna Roja Palestina (institución de la OLP), un equivalente a la Cruz Roja Internacional.
Con respecto a la educación, los palestinos encontraron un gran impedimento para su preparación por parte del Estado sionista, que impuso limitaciones estrictas en la adquisición de conocimientos, tanto en el plano histórico como político, eliminando los datos relativos a Palestina y hasta censurando la contribución arábiga en el desarrollo de la humanidad, llegando a tal punto de sustituir por otros atlas aquellos que llevaban el nombre de Palestina. Estos aberrantes hechos fueron denunciados por la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Asia Occidental –CEPAO- ; asimismo, la profesora Mary W. Gray, que formaba parte del grupo de los ocho observadores que enviados por la ONU a los territorios ocupados, desde el 24 al 30 de noviembre de 1980, reflejó en el “The Chronicle of Higher Education”: “Podemos observar cómo se hostiga a los estudiantes y al profesorado mediante detenciones y cierre de escuelas y universidades en forma arbitraria”.
Ante estas realidades, la OLP, junto con los organismos de obras públicas y socorro de las Naciones Unidas –OOPS- formó una red de sistemas educacionales para la asistencia de niños en escuelas y jardines de infantes; mientras que los palestinos en los niveles secundarios y universitarios, conquistaron grandes logros, a tal punto que se alcanzó la tasa más alta de alfabetización y capacitación en el Medio Oriente, ocupando actualmente el tercer lugar en el mundo, junto a Francia.
En el campo laboral, la opresión de la niñez palestina siempre fue el placer de los explotadores, aprovechándose de las familias y de su necesidad de trabajo, aplicándoles hasta trece horas de duras labores a niños de 9 y 10 años de edad, con pésima paga. Esto ha recibido durante décadas, las denuncias y condenas del Comité para el Ejercicio de los Derechos Inalienables del Pueblo Palestinos de Naciones Unidas y de la Organización Internacional del Trabajo, OIT, ante la indiferencia israelí. Para citar algo más reciente y comparar que esta situación actual es coherente con la política sionista llevada a cabo en Palestina, citaré las palabras del ministro británico David Mellor, que visitó los territorios ocupados el 4 de enero de 1988. Expresando su indignación, declaró: “¿Hasta cuándo piensan que 1.500.000 de palestinos pueden seguir sometidos bajo punta de pistola? Esto no puede continuar así, y eso lo piensa toda la comunidad internacional”.
La OLP fue solucionando en parte estos problemas de explotación, inaugurando la SAMED (establecimientos cooperativos igualitarios), y digo en parte porque la SAMED fue prohibida por Israel en los territorios ocupados.
He tratado de reflejar mínimamente el padecimiento de estas últimas generaciones de palestinos y explicar, fundamentalmente al lector que ha seguido mis artículos anteriores por este medio, el porqué de Insurrección Popular Palestina, una insurrección de un pueblo cansado de ser explotado, deportado y torturado, en que los principales artífices del levantamiento actual son justamente los niños, estos niños que víctima de aquellos que en su infancia lo fueron de los deplorables campos hitlerianos. Son estos niños palestinos los que vencieron al miedo que controlaba sus risas y sus lagrimas, convirtiendo a ese miedo en una esperanza, porque en cada uno de ellos hay una inclaudicable convicción –Palestina- y una identidad nacional –la OLP- y es por tal motivo que sus tiernos ojos se volvieron miradas felinas y sus suaves manos pinzas, pulverizando a las rocas de la sagrada Palestina para convertirlas en piedras y enfrentar a ese robot armado para matar, demostrándole que jamás nadie pudo mantener la ocupación de Palestina, desde los hebreos de 1022 a.C. hasta los ingleses en 1919, siendo esta niñez palestina la que no permitirá por mucho tiempo más la ocupación. Sin embargo y pese a todo, la OLP encauzó los sentimientos de esta heroica niñez y lejos de inculcarles el odio, los preparó para ofrecerle la paz a aquellos que le impusieron la guerra.
“Dejad que los niños vengan a mí, porque de ellos es el Reino de los Cielos”, Jesús.
* Representante de la Oficina de Información Palestina en la Argentina