Diario
La República
Montevideo, Uruguay
Domingo,
6 de septiembre de 1992
PUNTO DE VISTA
Las palomas que vuelan con alas de halcones (ver)
Por Suhail Hani
Daher Akel
Representante
de la Organización para la Liberación
de Palestina-OLP en Buenos Aires
Sin encontrarnos ajenos a esta nueva era que vive el mundo, donde se intenta dignificar a los pueblos y resolver los conflictos regionales mediante el diálogo, el entendimiento y la reconciliación; los palestinos víctimas de la incomprensión del Viejo Orden, sumamos nuestra voluntad y esperanza, buscando nos aseguren el ejercicio de nuestros legítimos derechos nacionales y no terminen convirtiéndose en presa del Nuevo Orden. En ese contexto, revalorizamos dentro del seno de nuestra Intifada toda la cuestión palestina y garantizamos una vida digna para ambos pueblos al reconocer al Estado de Israel y brindarles fronteras seguras.
Pero una nueva sinfonía de la dialéctica política nos expone a merced de los llamados halcones y palomas, como si el destino los hubiera separado durante la ocupación a Palestina en 1967; o en 1982 se sintieron ajenos en la masacre de miles de refugiados palestinos en los campos de Sabra y Chatila; o acaso, las palomas no volaron con alas de halcones cuando descargaron su compacta ira represiva desde el comienzo de nuestra Intifada en 1987, dejando a su paso el excremento de la furia.
Con la intención de mostrar una mayor claridad, es importante rescatar bajo su propio reconocimiento el papel terrorista del conocido halcón ex premier Shamir que aún no regularizó su situación frente a la Interpol, con la teoría del “puño de hierro” del ex Ministro de Defensa Rabin, considerado paloma.
Sin dudas, el voto israelí en las últimas elecciones fue un aporte para la paz, pero aún la flamante administración de Rabin no dejó demostrada esa intención. Los renovadores oxígenos de la sexta ronda de la Conferencia de Paz en Washington, nos siguen manteniendo en total de desigualdad. No sólo seguimos bajo la bota de la ocupación, negados de nuestros derechos nacionales, sino además víctimas de la intolerancia, las proscripciones, deportaciones y la puntual decisión de olvidarse sus promesas electorales y, contra la voluntad internacional, terminar de construir las 11.000 viviendas en los asentamientos de los colonos judíos sobre nuestra patria.
En medio de este clima de asedio y negación, los palestinos nos comprometimos a una política de flexibilidad en torno de la paz, facilitándole a Israel pueda instrumentar las resoluciones de las Naciones Unidas 242 y 338 de 1967 y 1973, las que reclaman la devolución de los territorios ocupados por la fuerza y la resolución 478 de 1980, que no le reconoce a Jerusalem como su capital; proponiéndoles aceptar una autonomía supervisada internacionalmente que nos permita tener nuestro propio gobierno mediante elecciones libres, controladas por la ONU, con la cobertura de la prensa internacional; poseer nuestras propias leyes, surgidas de una Asamblea Legislativa compuesta transitoriamente por 180 miembros; desarrollar las relaciones internacionales y controlar nuestra propia tierra, agua y seguridad, confluyendo en un futuro mediato en el Estado de Palestina. Por su parte la fuerza ocupante con falaces argumentos reducen nuestros reclamos sólo a elecciones municipales, junto con una generosa autonomía limitada, la que les permitirá sumar una provincia más a su Estado. En tanto sutilmente enredan nuestra propuesta de soberanía con una vaga idea consorcista a través de un “Consejo Administrativo” de apenas una docena de personas.
De este modo y manteniendo intactos sus 2.500 decretos militares, los que impiden nuestro desenvolvimiento en el plano político, social, cultural y comercial, evidencia que la autonomía israelí es sólo para el individuo y no sobre nuestros territorios, distanciando la idea de unificación de nuestro pueblo y nuestra tierra en una autodeterminación.
Por su lado, mientras Estados Unidos hace sonar sus molestos tambores de guerra en la zona del Golfo, reflota su histórico romance con Israel, poniendo en riesgo la neutralidad con la que se planteó la Conferencia de Paz y la solución final a la cuestión palestina. Sin embargo, esto será un test donde la administración americana podrá demostrar si el Nuevo Orden Internacional apunta a imponer legalidad, paz y justicia o por el contrario se nutrirá a nuestra expensa y a la de los pueblos empobrecidos y sometidos.
La intransigencia, no ajena a la nueva administración israelí, continúa con los deseos sistemáticos de los halcones en esquivar la verdadera representación de nuestro pueblo, buscando en el vacío crear algún liderazgo alternativo. Por momento su ceguera roza lo irónico, ya que mientras sustentan leyes prohibiendo el diálogo con la OLP, su delegación se sienta junto a nuestra delegación palestina, conformada por miembros de la OLP, quienes reciben instrucciones directas del presidente de Palestina Ing. Yasser Arafat.
Si Israel semánticamente sigue negando a la OLP, estará negando la paz, estará negando la solución pacífica de dos pueblos, dos Estados. Sin embargo, si Israel deroga esa ley, estaría valientemente prometiendo un futuro de paz. Si su primer ministro Rabin acepta la invitación del presidente Arafat a sentarse a la mesa de los grandes, un nuevo De Gaulle quedará encarnado en la figura del líder laborista.
Nuestra noble y heroica Intifada está en la puerta de su quinto aniversario. Nuestras mujeres, niños y ancianos siguen con su infatigable resistencia civil contra la ocupación militar, sosteniendo en una mano la piedra libertaria y con la otra una rama de olivo como prenda de paz, con sus miradas puestas en un amanecer de libertad e independencia que ilumine la tierra abonada por nuestros antepasados con su amor por Palestina... Israel no debe permitirse arrancar de las manos de nuestro pueblo la rama de olivo.