Diario
Clarín
Buenos Aires, jueves 26 de agosto de 2004
Sec. Opinión – Pag. 31
El muro
israelí es otro obstáculo para la paz (ver)
Existe
otra clase de antisemitismo, y es el que condena y victimiza al pueblo palestino
impidiéndole construir su propio destino.
Por: Suhail Hani
Daher Akel
Embajador de Palestina en la Argentina
Los
quiméricos mitos oficiales israelíes habitualmente justifican
la ocupación, apelando a su seguridad y a la lucha contra el terrorismo.
Asesinado Rabin por un terrorista israelí en 1995, sus sucesores convirtieron
el Acuerdo de Oslo en un preámbulo de acuerdos y agitaron su fracaso.
Con el eufemismo bajo el cual se oculta la ley del más fuerte, Sharon
pulverizó los acuerdos, desde Oslo 1993 al Mapa de Ruta 2003.
Demonizó al otro y lanzó su terrorismo de Estado. La reocupación
de Palestina ensanchó el río de sangre. El resultado de la aventura
de Sharon en la Vieja Jerusalén —de 28/9/2000 hasta 31/7/2004—
sacudió la conciencia: 3.145 mártires; 35.346 heridos; 44 mil
casas, ministerios, escuelas, iglesias y mezquitas dañados o destruidos,
1 millón de árboles arrancados.
La economía palestina perdió 3 mil millones de dólares. De Jenin, Jerusalén y Rafah, dividieron ciudades y cercaron en el 2001 al presidente y Nobel de la Paz, Yasser Arafat. Mientras la miseria golpeó la puerta de cada familia palestina.
Apelar a la seguridad encerrando a otro pueblo es inaceptable. Sharon comenzó en 2002 la construcción del Muro de Apartheid y, con doble moral, procuró llamarlo "cerco o barrera". La ONU y la Corte Internacional de Justicia lo denunciaron: muro e ilegal. Desafiante, el asesor de Sharon, Raanan Gissin, advirtió que la decisión "formará parte del tacho de basura de la historia". La Corte, que emitió 25 opiniones similares, todas cumplidas, selló su opinión en la ONU con 150 votos a favor, en contraste con los 6 en contra.
Llamó a la potencia ocupante a "detener la construcción, demoler lo construido e indemnizar a los palestinos", cimentando su fallo en la violación israelí al Derecho Internacional Humanitario de 1907 y al IV Convenio de Ginebra de 1949, entre otros.
Israel puede vivir cercado. Pero el cerco debería estar de su lado. Y no existir un muro en territorio extranjero, que perfora 30 km. el interior palestino (serán 720 km. de largo en 2005).
Para anexar el 58% del territorio ocupado y aislar a Jerusalén, se usurpa el 85% de las aguas, se expulsa a más palestinos, se legaliza el cáncer de los asentamientos, se dividen las ciudades en 8 guetos y 64 enclaves dentro de cuatro cantones y un quinto en Gaza, fraccionado en 5 zonas.
Jerusalén Este, ocupada en 1967, quedó bajo el asedio de fundamentalistas judíos, agrediendo lugares cristianos y musulmanes. Se verifican excesos para mantener la ciudad como capital, aun ante la negativa de la ONU y el Vaticano.
En materia de terrorismo, Israel no está al margen. De hecho, el terrorismo fue introducido en Palestina en la década del 40 por los grupos sionistas que destruyeron 389 aldeas y ciudades palestinas en vísperas de la creación de Israel.
Shamir, en 1991, avaló "el terror utilizado por ellos para la creación del Estado judío". En junio de 1965, Moshe Sharett había señalado: "El Estado puede inventarse peligros y, para ello, hay que adoptar el método de la provocación seguida de venganza". Es la técnica adoptada por Sharon: impone la madre de la violencia, que es la ocupación, que abre a su vez las puertas del extremismo y provoca la venganza con mayor terror contra el pueblo y el liderazgo palestino.
El literato sudafricano Breyten Breytenbach, en 2003, sentenció: "Rechazamos el terrorismo cultural que dice que cada crítica a Israel por su política hacia los palestinos es antisemitismo".
Tal afirmación muestra dos aspectos: el antisemitismo contra el semita pueblo palestino y el hábito de confundir resistencia con terrorismo. Los pueblos utilizaron lo necesario para poner fin a los colonialismos; algunos hasta juraron con gloria morir. ¿No es un derecho palestino? Sobre concesiones dolorosas, Palestina continúa proponiendo una paz con dignidad y considera al pueblo israelí como el principal socio en la Paz de los Valientes.